Advierto que no me voy a andar con chiquitas, así que si eres especialmente sensible, tienes un día tonto, te ha dejado recientemente la novia o tienes la regla, a lo mejor no deberías seguir leyendo.
Salvo contadas excepciones, los nacionalismos en general, y las banderas y las fronteras en particular, me dan bastante grima. Así que creo que no soy sospechoso de pertenecer, ni por asomo, a ninguno de los dos bandos. Y me dan tanta grima porque, a lo largo de la Historia, la inmensa mayoría de los nacionalismos no han sido incluyentes, sino excluyentes y se han basado en el egoísmo de la raza humana. Es decir, "de aquí para acá, todo esto es mío y de mis gentes: el territorio, los recursos naturales, las materias primas, todo... Y no se te ocurra atravesar la línea que nos separa porque entonces la tenemos. Tú te las apañas como buenamente puedas. Y si no puedes, pues que te jodan". He ahí la base de prácticamente todas las guerras que han asolado a la humanidad. Eso y la tentación de apropiarse de lo que era del otro.
Este pensamiento se extiende hasta nuestros días. Las formas son más diplomáticas, pero el fondo es el mismo: "a ver, putos africanos de mierda, sentimos mucho que os muráis de hambre, pero tenéis que comprender que si venís aquí, tendremos que compartir toda nuestra riqueza con vosotros, tocaremos a menos, y entonces tendremos que renunciar a tener dos casas, tres coches, cuatro televisiones, seis móviles, salir todos los fines de semana de juerga...en fin, un lío...".
Bueno, me estoy desviando un poco del tema porque quería centrar este artículo en este, nuestro querido país, ESPAÑA. Pero creo que era necesario hacer estas aclaraciones para que la cosa se entienda.
Quiero dejar claro también que admiro a la sociedad civil catalana. Socialmente, Catalunya siempre ha ido casi un siglo por delante del resto de España. Envidio su cultura (ya me gustaría a mi poder tener un segundo idioma materno y que, además, esa segunda lengua me ayudara a comprender mucho mejor otras como el francés o el italiano), me parece que es algo de lo que se pueden sentir muy orgullosos y que se debe de fomentar... eso sí, sin excesos...
Lo de las banderas y el nacionalismo me parece relativamente bien en un ambiente lúdico-festivo. Casi pueblerino diría yo. Por ejemplo, en el deporte. Los españoles somos mejores que los franceses, los madrileños que los catalanes y los de mi pueblo mejor que los del de arriba. En ese contexto sano, me parece algo tolerable. El problema es cuando el tema de las banderitas y las naciones ya se toma demasiado en serio, como si nos fuera la vida en ello.
Entiendo en parte a los catalanes. Las técnicas de persuasión y adoctrinamiento que han sufrido por parte de sus políticos desde hace décadas son muy eficaces (algo parecido a lo que sufrieron el resto de españoles durante el franquismo, pero más sofisticadas todavía). Resulta muy difícil aislarse de toda esa mierda.
También es cierto que ellos pagan más que nadie. Pero que no se equivoquen. Ni son más ricos porque sean más trabajadores, listos, eficientes o emprendedores que el resto de los españoles, ni pagan más porque se les tenga manía, se les quiera putear o se odie su cultura.
Lo que ocurre es que tienen una posición geoestratégica privilegiada. A diferencia de Extremadura, las dos Castillas y gran parte de Andalucía, que están en medio de un secarral (y Madrid porque, al ser la capital del reino, ha tenido un mayor desarrollo), Catalunya está situada en una de las zonas comercialmente más prósperas de la Historia, el Mediterráneo. Por eso han generado y siguen generando tanto dinero. Por eso y porque el Estado español, aprovechando esa situación privilegiada, ha realizado multimillonarias inversiones en esa región, ha dado todo tipo de ayudas a los empresarios y comerciantes catalanes (desde hace siglos) y, en definitiva, han fomentado el espectacular crecimiento económico de la zona. Por eso pagan más que nadie. Porque son más ricos que nadie. Y lo son porque, con el dinero del resto de españoles, allí se han realizado maravillosas infraestructuras a lo largo de toda la Historia.
Los catalanes independentistas tienen todo el derecho a reclamar lo que quieran. De hecho, en una cosa estoy básicamente de acuerdo con ellos. Tienen todo el derecho del mundo a realizar una consulta. A que el pueblo exprese su voluntad democráticamente. De hecho, si esa consulta hubiera tenido lugar hace años (tanto en Cataluña como en el País Vasco, aunque aquí tal vez no porque los pistoleros de ETA coartaban bastante la posibilidad de poder expresarse libremente), seguramente ahora no tendríamos este problema. Sobra decir que la respuesta a la pregunta, "¿Quiere usted la independencia?", habría sido un NO rotundo y prácticamente unánime. Pero, de este lado de la "frontera", los políticos españoles tampoco han sabido llevar nada bien el tema. Más bien todo lo contrario.
Desde luego que puede haber aspectos injustos. Peros solo algunos... y pequeñitos... no nos hagamos líos. Eso se soluciona negociando, no montando numeritos. Pero de ahí a la bobaliconería y el victimismo del que llevan haciendo gala unos años va un trecho largo. Muy largo. Además, deberían darse cuenta de que no son más que un instrumento del que se sirven sus gobernantes para obtener réditos políticos (si alguien se cree que el señor Artur Mas firmaría la independencia es que está totalmente borracho o, directamente, es tonto). El PP con su retórica nacionalista-españolista tampoco ayuda lo más mínimo. No sé porque se llevan tan mal y se tienen tanta tirria si, en el fondo, son básicamente lo mismo.
Y bueno, el tema es extremadamente complejo, se podrían realizar mil observaciones y objeciones a todo esto y, si me dan buenos argumentos, puedo reconsiderar muchas de mis ideas pero, básicamente, esto es lo que opino del asunto. Y, como diría Groucho, "si no les gusta, tengo otra".