Aquí puedes leer todos mis artículos en Suite 101

Cumbre de Copenhage, ¿éxito o fracaso?

Hace ya unos días que finalizó la tan ansiada Cumbre sobre el Cambio Climático, celebrada en la ciudad danesa de Copenhage. Me he querido tomar unos días para reflexionar con calma sobre todo lo que la ha envuelto: las enormes expectativas creadas, las decisiones que se han tomado y el supuesto gran fiasco final.

En primer lugar, si el quid de la cuestión era lograr acuerdos vinculantes y de calado, la Cumbre estaba condenada al fracaso antes de empezar, teniendo en cuenta que: a) era imprescindible que China y Estados Unidos se adhirieran al acuerdo. b) que se alcanzara un pacto de obligatorio cumplimiento en Copenhage no significaba necesariamente que éste se fuera a respetar, ya que tendría que haber sido ratificado posteriormente por el Congreso de Estados Unidos, algo que nadie podía garantizar. No olvidemos lo que pasó en Kioto, cuando sí que se llegó a un acuerdo vinculante, que EE.UU nunca llegó a cumplir porque su Congreso no lo ratificó; c) estaba bastante claro que China no iba a admitir que sus emisiones fueran auditadas por un organismo externo e independiente, así que, de haberse llegado a un pacto, hubiéramos seguido dependiendo de su buena voluntad a la hora de respetarlo. Y si luego deciden no hacerlo, ¿qué va a hacer el resto del mundo? ¿Sancionarles económicamente? ¿Declararles la guerra? Me parto de la risa.

No nos engañemos, si finalmente se consigue poner fin a la destrucción del planeta no va a ser porque se firmen unos documentos, sino porque exista la voluntad real de hacerlo. En ese aspecto, creo que sí que se han logrado avances muy importante. Por primera vez en la Historia, la práctica totalidad de los Gobiernos parecen definitivamente implicados en el asunto y, lo más importante, parece que ya no hay marcha atrás. Además, la inmensa mayoría de la opinión pública está plenamente concienciada de la gravedad de la situación y de la importancia de tomar medidas.

Sólo me queda una duda al respecto: ¿el apoyo a la causa va a ser tan unánime cuando la gente se dé cuenta de que salvar el planeta tiene un coste económico que ellos van a tener que pagar de sus bolsillos? ¿Serán realmente sinceras todas esas buenas intenciones o mucha gente cambiará de opinión cuando les toquen donde más les duele? Lo que está claro es que hay multitud de grandes corporaciones (sobre todo petroleras), que no están para nada interesadas en esta nueva revolución industrial, y que tratarán de recordar a la población mundial, día sí y día también, estos aspectos.

Otra cuestión importante es el fondo de ayuda que los países ricos van a crear para que los pobres puedan adaptar sus economías a las nuevas reglas del juego. La cuestión es, ¿realmente se van a conceder estas ayudas? ¿O va a suceder como con los diversos fondos creados para acabar con la pobreza o con el SIDA? Porque una cosa sí tengo muy clara: ya sea por las buenas o por las malas estoy seguro de que no se les va a permitir contaminar. Así que, si estos pagos no se hacen efectivos, lo único que se va a conseguir es hundir a los más desfavorecidos (un poquito más si cabe) y ensanchar la ya de por sí gran brecha existente entre unos y otros.

Por otro lado creo que, aunque finalmente se llegue a un acuerdo ambicioso, justo y satisfactorio para todos, la raza humana ya ha fracasado. Durante los últimos 200 años hemos dañado el planeta de forma irreversible. Todo lo que hagamos a partir de ahora será sólo poner parches para no destruirlo de forma definitiva, pero el perjuicio ya está hecho.

En cualquier caso, lo dicho, al final todo dependerá de los actos y no de las palabras.

0 comentarios:

Publicar un comentario